Año tras año podemos comprobar cómo, ante distintos fenómenos meteorológicos que provocan situaciones como la ocurrida este año con la borrasca Filomena, que afectó mayormente a España entre el 6 y el 11 de enero, los administradores de fincas deben realizar un esfuerzo extra de tiempo y de medios para conseguir minimizar y paliar en las comunidades de propietarios los efectos de dichas catástrofes.
El apoyo en estas situaciones constituye una tarea añadida para el administrador, pero también esencial y fundamental para la sociedad, que reside de forma mayoritaria en edificios de vecinos.
Dicha labor ha quedado plenamente constatada en la gestión que en tiempos de pandemia hemos debido realizar.
Primero, durante los repentinos meses de confinamiento provocados por la pandemia por Covid-19, realizando la interpretación normativa de las órdenes sanitarias, aplicándolas a las comunidades y dando traslado de estas en tiempo real a los vecinos a través de listas de emails, whatsapps y de carteles colocados en los portales.
Toda esta labor debía compaginarse con nuestro trabajo de gestión de los edificios que, a su vez, se vio incrementado debido a que todo el mundo estaba en sus casas y era de vital importancia que todo funcionase a la perfección, asumiendo una gestión que en muchas ocasiones se complicó debido al incremento de los impagos de cuotas de comunidad.
Una vez comenzaron las medidas de relajación, debimos adaptarnos a las restricciones que existían en el número de personas para poder reunirse y buscar nuevas fórmulas para conseguir adoptar acuerdos que no podían demorarse.
Un año y medio después, seguimos buscando la forma de gestionar eficazmente los edificios, observando escrupulosamente las medidas sanitarias impuestas por los gobiernos y tratando que el día a día de las comunidades sea lo más fácil posible para todos los ciudadanos a los que damos servicio.
Marco Martínez
Especialista en administración de fincas