A menudo, en las comunidades de vecinos observamos que hay una tendencia de algunos propietarios a considerar que el administrador es el culpable de los problemas que surgen en el inmueble.
Es frecuente que, ante una dificultad o contratiempo, la primera reacción del afectado sea la de buscar causantes o responsables. El administrador acostumbra a ser la única persona de contacto para los propietarios.
El administrador de fincas es un profesional que coordina al resto de profesionales que trabajan para la comunidad. Es quien busca y plantea soluciones. Pero no es el mantenedor del ascensor. Ni es el personal de la limpieza. No es la empresa que suministra el gas. Su papel se centra en coordinar y controlar el trabajo de estos. Si alguno de ellos no funciona, será el encargado de buscar soluciones, pero no es el culpable de que, en ocasiones, los profesionales contratados por la comunidad no actúen como tal. O que la respuesta que estos dan o el trabajo que realizan no lo hagan en el tiempo adecuado.
En todo caso, su demora en el cumplimiento de sus funciones, la respuesta inadecuada a los problemas o el asesoramiento erróneo sí es lo que se debe valorar en el ejercicio del desempeño de su trabajo por parte del administrador.
El administrador debe buscar y encontrar soluciones, e incluso anticiparse a los posibles problemas.
El día a día de este tipo de profesionales implica un esfuerzo importante para intentar que todos los servicios de una comunidad funcionen correctamente. Cuando surgen problemas, el esfuerzo se incrementa considerablemente y a esto debe añadirse la necesidad de atender a todos los propietarios que suelen llamar, escribir o acudir al despacho de la Administración para informarse o interesarse acerca del estado de la incidencia, en ocasiones no del modo más correcto posible.
Es comprensible que el usuario de un edificio cuando surge un problema se altere ya que el problema perjudica su vida diaria, y ese problema lo tiene además en su casa, afectándole de lleno, y ahí es donde debe estar el administrador para minimizar las afecciones que pueda producir la contrariedad surgida.
El administrador, si desempeña bien su trabajo, no crea los problemas. Su labor es buscar y encontrar soluciones. E incluso anticiparse a la existencia de dichos problemas, siendo proactivo, desarrollando un planning de trabajo estructurado, un mantenimiento preventivo del edificio, etc.
Del mismo modo que hemos dicho al principio que hay muchos vecinos que enfocan erróneamente las responsabilidades de los problemas comunitarios, es justo reconocer que otros muchos propietarios valoran de una forma sincera y positiva las tareas que se desarrollan desde la administración de la comunidad. En muchas ocasiones, estas opiniones favorables son las de los presidentes o miembros de Juntas Rectoras o comisiones de trabajo que se forman en las comunidades, quienes están más involucrados en todos los asuntos que se gestionan a diario y observan y valoran la gran cantidad y variedad de temas a los que se debe dar respuesta por parte de los profesionales de la administración de fincas.
Marco Martínez
Licenciado en Derecho y especialista en administración de fincas