- Si el dron vuela bajo, nos ahorra mucho trabajo
Falta una ley clara sobre quién, cómo y dónde puede volar un dron; falta la ley y su desarrollo reglamentario correspondiente que clarifique las muchas lagunas que hoy existen en la actividad. Aquellos que de forma profesional manejan esos aviones en miniatura, maravillas en técnica y posibilidades, están aportando a diversos sectores productivos y de servicios, un excelente y útil trabajo.
Drones para la seguridad, como lucha contra incendios, para el campo y la ganadería y para la actividad inmobiliaria. Vuelos a baja altura para comprobar el estado de los tejados y las fachadas, inspecciones desde distintos ángulos para detectar o valorar daños estructurales e incluso pormenorizar el estado ruinoso de edificios que, por antigüedad o siniestro, constituyen un serio peligro para los ciudadanos.
Hace escasas semanas se ha celebrado uno de los muchos salones inmobiliarios que pueblan nuestra geografía donde los drones han sido los protagonistas. Al margen de ser un socio práctico en estudios de arquitectos, las imágenes “dronadas” nos permiten ver el barrio donde está enclavado el local o vivienda a adquirir, sus accesos y aquellos puntos de interés que nos animan o nos enfrían a la hora de una compra inmobiliaria.
A las imágenes en 3D, ya imprescindibles en la actividad inmobiliaria, se suma un nuevo aliado con alas, hélices y cámaras.
La era de la imagen no puede quedarse a pie de calle.