No es este el espacio apropiado para consideraciones éticas y sociológicas, razones de pura necesidad o de creencias políticas contra sistema. Aunque el artículo 47 de la Constitución recoge el derecho a disfrutar de una vivienda, con una patada en la puerta nadie puede arrebatarme una vivienda de mi propiedad siempre que la haya adquirido por cauces legales, la mantenga en condiciones y pague mis impuestos. No es de recibo, y de nuevo podríamos entrar en la discusión de mil argumentos, que mi propia casa tenga otra llave y sus moradores sean auténticos desconocidos para mí.
El BOE de 12 de junio de este año publica la Ley 5/2018 de 11 de junio que modifica la Ley 1/2000, de 7 de enero, de Enjuiciamiento Civil, en relación con la ocupación ilegal de viviendas. Estamos hablando de una ocupación no consentida ni tolerada. Da la sensación de que quien se encuentra en esa situación sufre una doble orfandad: sin casa y sin derechos. No le queda otro remedio que seguir los trámites, cargarse de ultra-paciencia, no perder los nervios y confiar que al final del camino, recuperará su vivienda. No entremos en detalles de cómo la encontrará por no tejer más oscuro el panorama.
En cinco días, cinco, la reforma legal ahora aprobada, permitirá que las aguas vuelvan a su cauce. Seguimos estando lejos de Europa para algunas cosas. En Francia, Holanda, Alemania por poner solo tres ejemplos, ese plazo queda reducido a uno o dos días como mucho. La patada aún tiene una inercia más breve.
Pero la ley solo habla de particulares, entidades sin ánimo de lucro y entidades públicas propietarias de vivienda social. El resto de propietarios deberán seguir los parámetros del limbo legal, o mejor, del letargo legal emboscado en meses cuando no años, de requerimientos y recursos. Nadie ha sabido, o querido, explicar la discriminación a todas luces injusta.
Existen casos de auténtica emergencia social, la desesperación puede hacer comprender la patada, pero nunca alargarla en el tiempo. Mis carencias debes solventarlas tú, aunque no te conozco de nada, no solamente te deberás poner en mi sitio, sino que desde la calle verás las luces encendidas de tu casa sin poder entrar.
Las políticas sociales de vivienda debieran ampliarse, es fácil escribirlo, para tener previstas esas urgencias familiares. Porque los que utilizan el sistema para gozar de vivienda gratis, e incluso para hacer negocio, sin notar el nudo de la necesidad perentoria, debieran contar con el mismo plazo que en el resto de Europa: ni tiempo para deshacer el petate. Las patadas, solo al balón y controlando la trayectoria.