Sabe mimetizarse con el terreno, sabe cambiar de color buscando el más positivo, el más brillante, o el más discreto, la astucia es una de sus mejores armas, presume sin chulerías, sus ojos tienen la virtud de dominar amplios horizontes, estoy hablando de los camaleones, pero podría perfectamente hablar de Ekiser.
Dicen y lo repiten quienes tienen la devoción y la obligación de saber del tema, que nada seguirá siendo como lo habíamos conocido hasta marzo. También los hay que se empeñan en darle a toda una capa de barniz negro. Poniendo siempre por delante la sensación de pena y respeto que merecen los que perdieron la vida en la epidemia, los demás tenemos el deber de seguir remando porque, aunque nuestro barco sea distinto, las aguas del mar son las mismas.
Debemos adaptarnos a lo nuevo, tenemos que acelerar porque no estamos sobrados de tiempo ni de dinero y porque las nuevas tecnologías, con su cara y su cruz, facilitan un camino y son un ingrediente fundamental para no temer al futuro, como el camaleón emboscado en la hoja de un tronco esperando su oportunidad. Un amigo me explicó que jamás quiso volver a pasar por una calle dónde estuvo a punto de sufrir un serio percance con una maceta desprendida de un balcón. Pero el cambio de ruta, impuesto por la fatalidad, le hizo descubrir en una calle paralela un bar cuya especialidad en bocadillos de txistorra le hacía crecer el pelo que estuvo a punto de perder por el macetazo. Hay que adaptarse a lo nuevo, balbuceando, olvidando ucronías, e intentando, como el camaleón, retar al futuro y ganarle la partida.
Ekiser y su equipo de especialistas otea el horizonte inmobiliario para elegir la opción ajustada al momento. No se trata de saltar al vacío, hay que analizar el paisaje y plantear alternativas. Y como el camaleón, salir a campo abierto porque los tiempos lo requieren.
Permítanme cambiar el titular: EKISER apadrina un camaleón. El animalito es especie protegida, no vayamos a liarla.